La sargento Ofri, de 21 años, es la única mujer en la 931ª división de la brigada Nahal y participa en batallas junto a los combatientes para eliminar terroristas, limpiar edificios y, cuando es necesario, proporciona tratamiento médico como paramédico bajo fuego.
Cada combatiente tiene su propio equipo, y por ser paramédica, lleva una bolsa que pesa más de 30 kilos con equipo médico avanzado para realizar cirugías en el campo, equipos respiratorios, medicamentos y plasma. Además cuenta con un chaleco protector cerámico, un arma, cartuchos y granadas.
La madre y el padre de Ofri eran paramédicos y conductores de ambulancias en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), y desde muy joven quedó claro que Ofri seguiría sus pasos, y ellos la apoyaron firmemente. Pero nunca imaginaron que ella estaría sirviendo en la guerra de mayor escala desde la Guerra de la Independencia del Estado de Israel.
Una semana antes del 7 de octubre, su batallón simuló un gran ejercicio y se rió de que algo de esa magnitud nunca sucedería. Y luego sucedió lo peor.
Una amiga cercana murió en los brazos de Ofri, pero ella no pudo derramar ni una sola lágrima. Luego Ofri se refirió a lo sucedido y explicó: “No hay tiempo para llorar en el campo de batall, ni mostrar debilidad delante de los combatientes, ellos me miran como una figura fuerte, y si me ven llorar, se quebrarán. Es mi deber transmitir profesionalismo t fortaleza a ellos para que confíen en mí cuando, Dios no lo quiera, alguien resulte herido”.
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